martes, 4 de septiembre de 2007

Condiciones sanitarias en Camboya

Viviendo en Europa das un gran número de cosas por descontadas. Tantas y tan obvias te parecen que si te pregutan cuales son no sabrías qué contestar o tendrías que pensar en ello.
Una de ellas es la sanidad. A todos nos parece lógico que si uno se pone enfermo, aunque sea levemente, haya en algún lugar un médico que le asista y unas pastillas que tomarse. Y todo aquel que viene aquí me pregunta: ¿Hay seguridad social en Camboya?. Pues la respuesta es, por descontado, no.
No hay cobertura sanitaria y todo el que quiera ir al hospital ha de costeárselo ya sea endeudándose, tirando de los pocos ahorros que tenga él y/o su familia o vendiéndose el negocio.
Es por ello que se yendo de pueblo en pueblo uno se queda asombrado de las infecciones que ve. Por lo antes explicado y por la falta de higiene del país. Las bolsas de pus en cualquier parte del cuerpo son asombrosas y la gente aplica la medicina del "ya se curará" ayudada de trapos sucios para secar la sangre y de cuchillos oxidados apoyados en el suelo para arrancar la crosta, hacer un agujero en la herida y permitir su drenaje. Sin embargo, muchas veces no es necesario facilitar el drenaje ya que los abcesos de pus son tan grandes que, al igual que un grano de acné pero de dimensiones mucho mayores, hacen tanta presión en la piel que ésta se acaba abriendo.

El niño de la foto tiene tan sólo 3 años pero tiene pánico a los mal llamados "médicos" que no paran de apretarle en la herida, día sí y día también, para intentar expulsar el pus y la sangre. Sólo que parece que lo más adecuado tras casi un mes con esa infección es llevarle al hospital.
Pero cuando lo llevan al centro de salud de su pueblo lo único que hacen para ayudar es decirle a los padres que está bien y que le afeiten la cabeza. Ahora resultará que afeitar el lado izquierdo del cráneo ayuda a sanar una herida en la parte derecha.
Ayer me econtré a este niño y hoy, tras convencer a los padres que, según ellos, no tenían tiempo, me lo he llevado al hospital provincial de Battambang.
Al llegar allí los médicos, que estos sí son médicos o al menos lo parecen, no han dudado en hacer lo que había que hacer: desinfectar la herida a base de chorros de yodo, arrancar la crosta, abrir la herida para permitir su drenaje y luego taparla con una gasa desinfectada.
Y en todo ese proceso ¿qué damos por descontado que el médico nos daría? Aquello que, lógicamente aquí, no se da: anestesia.
Personalmente le he pedido al médico un poco de "anesthesie" pero, medio riéndose, que no sonriendo, me ha mirado a la cara para responderme que eso es sólo para operaciones mayores y que en Europa, donde damos las cosas por sentadas, estamos malacostumbrados.
Los gritos de dolor de un niño de 3 años tumbado en una camilla agarrado por su padre y un desconocido (el que escribe) a la vez que chillaba "¡Crupet!¡crupet!" (médico, médico) mientras éste le arrancaba la crosta me han hecho pensar en todo aquello que damos por descontado y en mi fútil ofrecimiento de comprar lidocaína, reservada para mayores intervenciones.
Tras las curas, las medicinas. También las hemos comprado nosotros pues tampoco son gratuitas. Y sin medicinas mañana volvería a estar igual. Tratamiento de Eritromicina, un antibiótico, y Paracetamol, un analgésico, para una semana: 2.000 rieles, es decir, 40 céntimos de euro.
¿Te imaginas no poder curar a tu hijo porque no tienes disponibles 40 céntimos de euro y el dinero del pasaje del bus hasta el hospital?

Y aquí todos daban por descontado el llanto del niño. Y que las medicinas las paga cada uno de su bolsillo.
Y nadie pensaba en la lidocaína.