miércoles, 12 de septiembre de 2007

Se come todo lo que sale a la mesa ¿Estás seguro?


Estaba hoy visitando a una familia cuando veo que nos ofrecen naranjas. Se me han iluminado los ojos porque tenía sed y me apetecía algo así. Unas grandes naranjas verdes ¡¿Verdes?! Sí, sí, verdes. Aquí no hoy cosa más verdes que una naranja; verde botella.

Bueno a lo que iba. Después de haber relamido todos los dedos y la cara al haber comido mi primera naranja a la camboyana, es decir, a base de exprimirla, estrujarla y hacer un agujero para que salga el jugo y te pringues todo, he decidido hacerlo como me enseñaron: cojo un cuchillo y la parto en 4. Para ello apoyo la naranja sobre un plato en el que había unos restos verdes que parecían trozos de piel y....¡Craso error!

Al empezar a chupar la naranja también me he zampado algo de esos restos, que han resultado ser condimentos picantes. Y en ese momento he maldecido: ¡Ya estamos otra vez con la comida camboyana!


Mis padres me enseñaron que hay que comer de todo y no hay que decir no pero "mamá y papá, todo tiene un límite"

Porque has de saber que la comida camboyana no es buena. Y no, no me digas que te gusta la comida tailandesa. ¿Acaso la comida española y la francesa son iguales? Tendrán ingredientes en común pero no, no son iguales.


Hay 3 tipos de comida camboyana: la comida para extranjeros, la comida camboyana al estilo occidental y la comida camboyana.


La comida camboya es....arroz. Sí, arroz y algo más. Lo que sea pero con mucho arroz de por medio. Un camboyano medio se come unos 500 gramos de arroz al día, o sea unos 15 kg al mes. Y que no me digan que es como el pan porque si yo me como 500 gramos de pan al día el panadero me hará la ola al verme entrar por la puerta.

Además del arroz se le echa lo que sea. Vas al campo y ves como van cogiendo todo tipo de plantas para echarlas a la cazuela. Y mucho ajo (no te precoupes si tienes una cita porque él o ella seguro que también come ajo). Muy sano todo: arroz y verde. De hecho a veces te encuentras algún retazo de amarillo, azul o rojo. No te preocupes, es sencillamente alguna flor.

Ahora ya tenemos la fibra y los hidratos, ¿qué falta? Las proteínas. Ays, será que eso es más difícil.

Cuando en un restaurante te piden que elijas entre pollo, ternera y cerdo para acompañar tu plato de arroz, viene a dar más o menos lo mismo. En cualquier caso tendrás que sacar la lupa y podrás contar con los dedos de una mano los trozos de carne que hay.

La otra opción es el pescado y ahí has dado en el clavo. Les encanta el asqueroso y apestoso pescado fermentado llamado prahoc. Es uno de esos sabores que o has crecido con él o jamás te gustará. Y te ofrecen y ofrecen y ofrecen otra vez porque no entienden que no te guste algo tan suculento para ellos.

Todo aderezado con 3 tipos de salsa: el curry verde, el curry marrón y el picante. Y digo picante en general porque todo pica tanto que me da igual si es pimienta o lo que sea. Todo es muy "jal" (picante) que suena "cool" pero no lo es. Tal vez tenga un función higiénica bucal sustitutiva del cepillo, que pocos usan.

Aunque tal vez hayas tenido la suerte de que hoy no está muy jal y pensarás que podrás saborear el resto de los alimentos. ¡Pues te equivocas! Todo esta bañado en salsa. A mí muchas veces me da igual si me ponen pollo, ternera, cerdo, rana o ave de campo porque hay una salsa rojiza de chili que mata tapa todo posible sabor.

Y todo está frito. ¿Qué es eso de que la dieta asiática es más sana? Aquí todo está frito: poco frito, frito o muy frito, a gusto del consumidor. Y frito en aceite de palma. Repito ¿qué es eso de que la dieta asiática es más sana? En España cuando algo está frito con aceite de palma o de cacahuete puedes leer en la etiqueta el eufemismo de "aceite vegetal" para que te venga a la cabeza un mar de olivos de Jaén. Aquí, en cambio, sólo les falta resaltarlo con letras luminosas en la carta.

Y a la hora de lanzarte al plato te darás cuenta de que no hay cuchillo. ¿Para qué se necesita cuchillo cuando toda la comida te viene ya machada y troceada de la cocina? Y tampoco uses los palillos, como si supieras de que va el tema. Y por supuesto nada de cubiertos. Aquí la manera tradicional es con las manos ya que para algo el arroz está tan pasado y apelmazado. Sí, sí, tantas broncas que te echaron de pequeño por comerte la pata de pollo a lo troglodita o el melón cual mono pero aquí harías lo correcto.

Pero si no quieres comer con las manos puedes comer una de sus sopas. ¿Qué llevan las sopas? Misterios de la vida. No me preguntes.

O puedes comer pasta. "¿Pasta?" Casi se me olvidaba decirte que es pasta de arroz.

¿Y de postre? Pues si te apetece algo de fruta siempre puedes tomarte fruta verde (les encanta que no esté madura) con un aderezo picante de sal y chili y que yo ellos toman a cualquier hora del día. Está tan picante y la fruta es tan ácida que mientras comen oyes como sorben entre dientes para intentar que la lengua recupere los sentidos (luego se quejan de acidez de estómago y los miras como si no supieran sumar 1+1=2). Después de eso podrías ir al dentista a que te hiciera cualquier cosa de lo insensible que se te queda toda la boca. O tal vez decidas probar el plátano hervido el leche de coco, con arroz y cerdo dulce todo envuelto en hoja de plátano. Una advertencia: no sabe tan bueno como suena.

Mi primera semana en camboya fue así. El primer día incluso tripití de arroz del hambre que tenía, antes las miradas estupefactas de mis veteranos compañeros de mesa. mientras que al quinto día te preguntan si estás enfermo ya que no pruebas bocado. Y si no preguntale a Rafa como acabamos rogando por un poco de ketchup para ponerlo sobre el arroz blanco, sin nada más.


Así que cansado de probar la comida camboyana das un paso y pruebas la comida camboyana al estilo occidental porque todavía no quieres aceptar que eres un inadaptado barrán. Esa es la comida que suelo comer yo. Desde rollitos de primavera, hasta espaguetis con salsa de tomate y piña pasando por carne troceada hecha de maneras diferentes, pero que siguen haciendo que la carne tenga el mismo sabor sea del animal que sea. Rara, rarísima es la vez, que sale algo a la mesa hecho con pescado prahoc. Y muchísimos huevos. Yo en mi vida he tomado tanto huevo frito, tortilla o huevo revuelto. Parece que ahí han encontrado el comodín para agradarte. Hoy, tras 4 días seguidos comiendo huevo, le he pedido a la del restaurante que no me lo pusiera, que ya tengo el colesterol subido lo necesario. Y muchísimos batidos de fruta, única cosa realmente deliciosa de este país.

Pero de vez en cuando decides que necesitas una comida occidental porque el cuerpo te lo pide, porque los dientes se te afilan los dientes pensando en un buen chuletón (dejémoslo en filete).

Con una sonrisa entre los dientes llegas al restaurante y pides uno. Al cabo de un rato, cansado de esperar e impaciente por la comida, te levantas de la silla y te dirijes a la cocina para ver como te preparan tu filete mientras miras a los demás comensales haciéndoles señas de lo grande que va a ser "sí, sí, me voy a comer la vaca entera" (que ha de ser de importación porque las vacas de aquí dan pena de lo flacas que estánJustificar a ambos lados). Y al llegar a la cocina ves horrorizado como una menuda mujer está machacando tu trozo de carne con un martillo de carnicero para dejarlo liso como el papel ayudada con todas sus fuerzas, que son inversamente proporcional a su menudez. Tan estupefacto estás que no alcanzas a decir palabra mientras lo cuece tanto que queda como una suela de zapato.


Ya sólo te queda decirle: "mujer, cortémelo ya y así me ahorro el cuchillo".

Pero tranquilo, siempre puedes recurrir a comprarte una bolsa de cucarachas fritas para saciar tu sed de proteínas.